miércoles, octubre 11, 2006

Desfile

Nos dejaste ir. Dejaste que me escapara. Que me perdiera por entre las praderas de dudas, verdes, de las que nunca podrás rescatarme. Pero qué más da. Es más bonito quedarse mirando, sentado bajo la sombra, como el sol se esconde. Es más cansador salir a perderse en el horizonte, buscando señas de lucidez. Es más bonito esperar a que las cosas que siempre quisiste vengan a ti. A eso estamos acostumbrados. Vivivmos esperando hasta que nos aburre. Y cuando ya no queremos saber más de nada, se aproximan a nosotros todas esas cosas lindas que habíamos soñado. Pero como no vienen envueltas en papel celofán, las desechamos, por alguna extraña razón "Esto no es como yo quería". No claro, ¿Quién dijo que debía ser de otra forma? Pero todas las bendiciones del cielo cayeron de pronto, como caen los aguaceros y te hundieron y nos enterraron, como nos entierran los aludes. ¿Cómo entender que así es el juego? Aceptar las reglas, si quisiste jugarlo. Sin embargo, dimos un paso atrás, un paso de cientos de millas. Nunca pensaste que te alejaría tanto. Pero ya ves. Así lo escogiste. Comodidad sobre valor. El deber sobre el querer.
La preferencia en este caso fue guardar el espíritu y todo el ímpetu de la juventud, en un baúl, bajo la cama. Déja que se enmohesca y que se pudra.
Hubiesemos querido, más que a cualquier otra cosa, arriesgar nuestras almas; Hasta ahora. Que tuvo que llegar el día en que no quisimos vivir ni siquiera nuestras propias vidas.
...Al final todo lo que verás será un desfile de cosas inconclusas del que nunca participaste...

¿Dónde está?

Aún conservo una rosa que se llevó el curso de los tiempos y que los duendecitos de las cosas olvidadas escondieron en quién sabe qué reino mágico de dulce, con quién sabe qué rey promiscuo. Yo la tengo aquí. Huele a hule. Su esencia esta entre mi chaqueta y pide que la rescaten. Todavía hay 65.986 cosas que me recuerdan a él. Todavia no asumo que un día es solo un día más y que un 15 ya no es motivo para celebrar. 764 pablabras sinónimos de vil. 6 peleas insulsas y sin sentido. 3 discursos para pedir perdón. 3 formas de exigir una explicación. 72 teorías diferentes y ninguna que me deje conforme. Rayos. Si los relojitos con los que atraso el tiempo sirvieran para esta ocasión. Qué no daría yo. Pero no, esas baratijas solo parecen retrocederlo y realmente no lo hacen. Te dicen “mira, te hemos dado 4 horas más”, pero las muy malcriadas te engañan y tú te quedas pensando la forma para que no te lo vuelvan a hacer. Quiero salir a buscar con quien compartir estas manos de hielo. Esas mismas. Esas mismas que se iban por instinto, por debajo de tus camisas color azabache como la noche —como mi vida ahora— y hacían remecerte de espanto “tienes las manos heladas” y reías. Pero no sería lo mismo. ¿O lo sería? Quisiera creer que puede ser parecido, pero no voy a engañarme otra vez más. Jamás sería lo mismo. Quiero mi rosa de vuelta. No lo hubiera dicho nunca. Pero lo digo y qué: la quiero de vuelta. Pero se quedará ahí, olvidada, como mi vida ahora. E igual así, ya no lo discuto. A estas alturas nadie quiere discutir. Sigo, aunque no quisiera, el camino nada más.


(post viejo extraído de aquí)